Casi desde el encuentro entre las culturas española y aborigen, la historia de América Latina y el Caribe, principalmente en los países de habla hispana, estuvo marcada por fuertes procesos de transculturación. Posteriormente, la introducción de mano de obra esclava en las colonias españolas, incluyo a los africanos en esos procesos.
Cuba no escapó de esa realidad. La mezcla se dio en diversos renglones y, en pocos años, idioma, religión y costumbres se habían convertido en un amasijo difuso donde se fundieron tres culturas, tres historias, tres continentes, más allá de dominantes y dominados, de conquistadores y conquistados.
El investigador cubano Esteban Morales sostiene que, a pesar de que el estudio del genoma humano develó la unicidad étnica en Cuba, la historia ya la había demostrado desde hace tiempo, pues los cubanos descienden “de un proceso común, en el que blancos, negros (europeos y africanos, ya antes mezclados también), aborígenes, chinos y otros, se mezclaron siempre, para producir esa fisonomía tan variada en lo externo, pero fusionada en un solo etno multicolor y multirasgo; en una sola cultura de un altísimo nivel de integración”.
Considerando lo anterior, invitamos a conocer cinco aportes que realizó la cultura africana a la cubana, en aras de continuar legitimando el rol de ese continente en la construcción de la identidad nacional del país caribeño.
- Medicina natural
Los africanos eran traídos a Cuba por comerciantes ilegales que llegaban a las costas de ese continente y arrasaban con las poblaciones que encontraban a su paso. Los subían a la fuerza en embarcaciones oscuras, donde viajaban hacinados por semanas hacia tierras que estaban al otro lado del mundo, donde serían vendidos como esclavos. Algunos morían en la travesía porque contraían enfermedades infecciosas, imposibles de curar. Se dice que muchos eran reyes, príncipes o tenían posiciones privilegiadas en sus tribus; pero una vez dentro del barco desconocían del futuro incierto al que se enfrentaban.
Las características del estilo de vida que dejaban atrás, les eran propicias para encontrar sanidad en los recursos de la naturaleza. Es así como al llegar a su destino, descubrieron la existencia de plantas similares a las que había en sus tierras de origen, con propiedades naturales para lograr efectos curativos.
Al convivir en los llamados barracones, ser obligados a trabajar de sol a sol y negárseles asistencia médica especializada la mayoría de las veces, era necesario refugiarse en los conocimientos ancestrales heredados de sus progenitores para sanar y sobrevivir. Semejantes prácticas fueron transmitiéndose de generación en generación, hasta que se extendieron por toda la isla.
De esta manera, plantas como almácigo para cortar procesos de gripe o resfriados, diarreas sanguinolentas o curar hernias; yagruma contra todo tipo de llagas; caña brava para revertir los efectos del asma bronquial o el canutillo para evitar dolencias en los ojos, entre otras, quedaron profundamente arraigadas en las prácticas curativas de los cubanos a través de los siglos.
- Sincretismo religioso

Hacia 1510, año en que comenzó el proceso de conquista y colonización de la isla de Cuba, los españoles no solo impusieron sus formas de vida a la población aborigen que poco a poco fueron desplazando hasta casi hacer desaparecer, sino también el cristianismo como religión oficial. Es así como se extendió el catolicismo por toda la geografía insular.
Al llegar los africanos a Cuba, con otras prácticas religiosas fundamentadas en la adoración a otros dioses, se encontraron con la prohibición de los españoles y criollos a dejar que se extendieran esos cultos. Fue así como inició un proceso de transculturación, que se conoce como sincretismo religioso, según el cual los africanos comenzaron a adorar a sus dioses a través de las imágenes de la religión católica.
La Virgen de la Caridad se convirtió en Oshun, diosa del amor; Santa Bárbara en Changó, dios del trueno y el rayo; la Virgen de Regla en Yemayá, diosa del mar y madre de todos los orishas; San Lázaro en Babalú Ayé, dios de los enfermos y los perros; el Santo Niño de Atocha con Elegguá, que abre y cierra caminos, la Virgen de las Mercedes con Obbatalá, diosa de la pureza y la inteligencia; entre otros.
Actualmente, el sincretismo religioso se expresa en las prácticas asociadas a la santería, también conocida como Regla de Osha.
- Cultura culinaria

Muchas mujeres africanas eran llevadas a las suntuosas residencias de los terratenientes criollos para servir en distintas áreas, entre ellas la cocina. De esta manera, la influencia de África comenzó a tomar protagonismo en la sazón criolla, y poco a poco se fueron introduciendo platos que fueron ganando terreno en el menú cotidiano de los cubanos.
La introducción de viandas hervidas, como el ñame, o fritas como los plátanos a puñetazo o tostones, las frituras de malanga o calabaza, comenzaron a formar parte de los complementos alimenticios que acompañaban la comida de los cubanos.
Platos típicos cubanos como el congrí, tuvieron su génesis en los barracones, donde se cocinaba el arroz junto a los frijoles colorados, manteca de cerdo y especias que le daban sabor. Una variante del congrí, hecha con frijoles negros, se conoce popularmente como moros y cristianos.
De igual manera, el quimbombó comenzó a formar parte del menú nacional gracias a que fue llevado a la isla por comunidades de africanos para contrarrestar la resequedad del arroz, el bacalao y el tasajo con viandas se convirtieron en platos fáciles de preparar, así como el ajiaco, una mezcla de viandas hervidas con distintos retazos de carne.
Bebidas como el llamado prú oriental, hecho con raíces de distintas plantas que les dan un sabor peculiar y efervescencia natural, también forman parte de la herencia de la cultura africana que ha calado muy profundo en los hábitos culinarios de los cubanos.
- Vocabulario
Desde el punto de vista lingüístico, Cuba también ha recibido aportes de la cultura africana. Los investigadores indican que, al encontrarse en la región del Caribe, la isla ha recibido, junto a Puerto Rico, República Dominicana y parte de Colombia y Venezuela una influencia considerable de las lenguas provenientes de África.
Vocablos como “asere”, “monina” o “ecobio” han trascendido a la actualidad para nombrar a los amigos o compañeros. De igual manera, se distinguen los nombres atribuidos a partes del cuerpo como “bemba”, en referencia a los labios, o “ñata”, para nombrar la nariz.
Otras palabras como “cimarrones”, en referencia a los esclavos rebeldes que huían de los barracones para refugiarse en los “palenques”; “ñáñigos” para atemorizar a niños con hombres misteriosos que podrían robárselos si se portan mal; “dengue” para nombrar la fiebre quebrantahuesos causada por la picadura del mosquito Aedes Aegypti o “babalawo”, en alusión al sacerdote que oficia la religión “yoruba” son términos que forman parte del habla popular de los cubanos, y fueron legadas por las comunidades de africanos que habitaron la isla.
- Música y folklore

Desde el aislamiento de los barracones, y para enfrentar la nostalgia propia de la lejanía impuesta, los africanos encontraron un refugio también en las melodías musicales que ejecutaban en sus lejanas tierras.
La resiliencia que se imponía ante ellos, los obligaba a construir sus propios instrumentos musicales, cuidando que se parecieran a aquellos que habían dejado en sus tierras. De ahí que cada noche, después del trabajo, era necesario tocar, cantar y danzar para contrarrestar la tristeza y expresar sus ansias de libertad a través de la música.
La tradición musical, con los ritmos inherentes a la cultura africana, fue expandiéndose de una generación a otra, cuidando de conservar las prácticas rituales, las maneras de tocar el tambor y los cánticos. Tales ritmos fueron influyendo en la creación de ritmos autóctonos de Cuba, como la rumba o el son, al los que se incorporaron los patrones del ritmo, las melodías, los cantos en décima y los tambores batá, con una sonoridad peculiar.
Los aportes anteriormente expuestos indican que, aunque los años de la Colonia española en Cuba constituyen una página cruenta en la historia del país, los aportes de la cultura africana a la identidad cubana son innegables, y constituyen un baluarte de suma importancia en la construcción social del ciudadano de la isla caribeña en la actualidad.